Unos 28,000 seguidores de Bernie Sanders (D) ocuparon todos los asientos y la pista y anegaron los alrededores del pabellón Moda Center de la bonita Portland, Oregon, donde juegan los Portland Trail Blazers de la NBA. Había 20,000 personas dentro del pabellón y 8,000 fuera.
Es de lejos la mayor multitud que ha congregado hasta ahora un candidato presidencial de 2016. Casi seis veces más que los 5,000 que reunió su máxima rival Hillary Clinton en su mitin inaugural en Nueva York planeado durante meses. Pero, por alguna razón, los grandes medios se resisten todo lo que pueden a hablar del éxito de público de Sanders.
"Waw. Es una concurrencia increíble," dijo Sanders cuando tomó el estrado. "Lo estáis haciendo mejor que cualquier otro."
El senador por Vermont llamó a revertir cuatro décadas de declive de la clase media estadounidense y lanzar una "revolución política" capaz de enfrentarse al poder de la élite. "Unir a la gente" para alcanzar esa meta, dijo Sanders, es el objetivo principal de su campaña.
El candidato recitó las promesas habituales: subir el salario mínimo a los 15 dólares la hora antes de 2020, acabar con los vacíos legales en el sistema impositivo que son aprovechados por los más ricos y las corporaciones, poner en marcha un programa de 1,000 millones de dólares en obras públicas para crear o preservar hasta 13 millones de puestos de trabajo, Medicare para todos, universidad pública gratuita y expansión de la Seguridad Social.
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